La Trenza: De Amor & Otras Angustias
Chicago, IL USA | 04 de Mayo del 2016 | ARTICULO Por: VÍCTOR GARCES | Fotos cortesía del artista | Edición por Diego Pérez
Les contaré un secreto: la primera vez que escuché a Mon Laferte no logré entenderla. Es difícil aceptar que alguien describa con tanta precisión un sentimiento que creemos solamente nuestro. En ese momento yo cruzaba por uno de esos episodios de desfachatada angustia amorosa, que tan bien descifra en su Mon Laferte Vol. 1. No le perdonaba la sinceridad visceral con la que decía todo lo que yo prefería callar. - ¿Quién carajos se cree? El subconsciente de mi subconsciente se cuestionaba sin que yo me enterara de nada; porque yo, en mi pseudo-valentía y aún con el riesgo de lastimar más mi ego, no podía dejar de escuchar El Cristal, Tormento, Tu Falta de Querer, etc., etc., etc...
Mon Laferte tiene ese encanto. Te atrapa, te seduce sin que te des cuenta. Te canta al oído secretos que ni tú mismo sabías que guardabas. Al poco tiempo, aquel disco de 11 canciones, de lágrimas negras y rosas rojas, se convirtió en uno de mis favoritos.
Por eso, dos años después, comprendo esta nerviosa y curiosa anticipación ante la espera de nuevas canciones de la chica que se habla de tú con las soledades. Pues bien, dicha curiosidad llegó a su fin el pasado 27 de abril, cuando nos entregó su quinto disco solista, La Trenza. A pesar de que ya nos había regalado tímidas probaditas, nada se compara al cosquilleo emocionado de descubrir si nuestro deslumbramiento ante un artista se justifica con su nuevo material.
Así que antes de entrar en detalles, debo delatar mi poca parcialidad. Me he dejado cautivar nuevamente, ¿qué le vamos hacer?
La Trenza, que cuenta igualmente con 11 canciones y fue producido por la propia Mon Laferte y Manú Jalil, muestra una clara diferencia en producción que sus discos anteriores, inclusive del tan celebrado Volumen 1. Hecho que es totalmente entendible y aplaudible tomando en cuenta el éxito abrumador de éste y que le ha valido a Mon todo los apapachos posibles por parte de su sello discográfico Valiente, sub-división de Universal Music México.
De principio a fin, todas las canciones demuestran un trabajo de instrumentalización y masterización mucho más cuidado y detallado. Lejos de ornamentar indebidamente o excesivamente las letras de la chilena, la producción engalana adecuadamente su explosiva y variante voz.
El disco rompe silencio con un juego de guitarras folclóricas muy al estilo Inti Illimani, que demuestra desde el inicio el tan variado rango de influencias de la misma Mon que años atrás había tocado en bandas de metal. Entre metáforas sentimentales Pa'Dónde Se Fue hila una primera emboscada amorosa, de una búsqueda y añoranza a la que nos unimos sin encontrar desenlace.
Le continua Que Sí, canción sencilla y coqueta que seguramente intenta poca atención radial, pero que es quizá mi favorita. Con influencias muy retro de guitarras cargadas de efectos elegantes, reminiscente a aquellos reverbs y trémolos de los 60s, que deslizan una promesa de amor genuina y hasta inocente. La canción propone justo lo que canta: enamoramientos fugaces y sin ataduras de tiempo, tan perfectos como las primeras ilusiones.
Quizá su continuación inmediata se podría encontrar en Primaveral. Canción que además de seguir con la línea ilusoria del amor, continúa la misma aproximación musical con esos arreglos de vientos y guitarras que conforman baladas con tintes jazzeros muy deliciosas de escuchar. Aunque para decir verdad, por más rosas que sean, quizá éstas sean las canciones más peligrosas del disco. Ya que, justo como Mon nos ha enseñado, de ilusiones también se ahogan las tristezas.
Y así nos lo canta en Mi Buen Amor, canción donde la acompaña Enrique Bunbury. Pequeño detalle que promete hacer de ésta la canción más cantada en todos sus conciertos. Quizá sea lo más cercano a un Tu Falta de Querer, con ese dolor desgarrado y agudo que rompe cualquier corazón y llena cualquier concierto. Inteligente la nena, pues para trazar bien las lágrimas de sus seguidoras les regaló Flaco. Una trova balada, llena de angustia y añoranza; que promete alimentar los insomnios de toda aquella que se haya enamorado en algún momento y no haya tenido la valentía para continuar a lado de su respectivo "flaco."
Junto a éstas dos, Yo Te Qui, primer single del disco, y Cielito de Abril, donde la acompaña Manuel García, continúan, aunque en distintas rítmicas amorosas, las mismas conjeturas de dicho sentimiento. La primera se abraza de un vals peruano muy bien logrado y arreglado para decir te quiero, pero no tardes, paro. Cielito por otro lado es quizá la canción menos accesible por su trova sencilla, y por lo tanto la imagino complicada para conciertos; pero apuesto a que se convertirá en canción de culto para sus seguidores.
El cover de Los Saicos, Ana y No Te Fumes Mi Mariguana conforman las canciones que refrescan un poco después de tanta miel. Dos canciones, que acertadamente relajan al escuchante y que prometen ser muy celebradas en vivo.
Y hablando de hits, hablemos de Amárrame, canción que comparte con Juanes y que desde el primer momento fue un hit total. Esta cumbia sonidera, alejada un poco de la solemnidad a la que nos tenía acostumbrados, comprueba que hay ciertas invitaciones que, sin importar la forma, siempre derriten. Apuesto mi torta del recreo, que todos bailaran sin necesidad de aprenderse la letra. Es una canción pegajosa, movida y coqueta. Ya depende de ustedes como la usen. Aunque debo admitir que prefiero la versión acústica que cantaron en la Huasteca Potosina...nomas digo.
Pero bien, para terminar esta disección musical, terminemos por el final. La Trenza, bolero que da nombre al disco, y que parece ser la canción más íntima por lo personal de la letra. Sólo podemos imaginar lo que recuerda Mon al cantarla, las enseñanzas de su abuela, su historia, su vida reflejada en sí misma. Nada más podemos pedirle.
Al final, imagino que debe ser bastante complicado desnudarse de esta forma. Arrojar entre melodías secretos, historias, y añoranzas, que a veces ni nosotros mismos quisiéramos saber que tenemos. Mucho menos, escucharlas en otras bocas. Sin embargo, Mon Laferte nunca ha mascullado palabra alguna. Aún con el pecho cubierto de dolor, confusión, o amor (aunque parezca redundante), siempre nos canta mirándonos a los ojos: la voz nunca le tiembla. Son 11 canciones que se alejan un poco de sus producciones anteriores, y debo decir que lo agradezco. Es lindo saber que no necesita agotar esquemas ya hechos y comprobados para seguir creando. Que no tiene miedo inventarse cuantas veces sea necesario pues sabe que al final, nos volverá a enamorar. La gira que inició recién el sábado 29 de abril, promete ser extensa y exitosa. Justo lo que necesita para prepararse para su primer Auditorio Nacional en solitario el 6 de octubre. Mientras tanto, a nosotros sólo nos resta aceptar nuestro destino y dejarnos atrapar por el encanto de La Trenza. Disco sin pretensiones, que encanta por su sinceridad, coqueteo y frescura. Qué podemos hacer, a veces la parcialidad no es necesaria.