El deleite italiano vuelve a la ciudad
CDMX 9 DE MAYO 2018| COBERTURA POR RAMSÉS ARREDONDO| FOTOGRAFÍAS POR GERMÁN GARCÍA CORTESÍA DE DILEMMA| RESEÑA POR RAMSÉS ARREDONDO.
Los integrantes de la italiana y legendaria banda Premiata Forneria Marconi arribaron tierras mexicanas para ofrecernos un majestuoso e inigualable show que, con más de dos horas de duración, marcó un hito para nuestra ciudad junto con todos los asistentes, amantes del progresivo.
La cita fue el día Jueves 3 de Marzo del presente año. Las arritmias cardiacas por venir podían palpitarse en el aire desde las puertas de entrada. Una abarrotada mezcla de jovialidad y madurez se observaba formarse en la fila para acceder, fumar un tabaco, charlar o comprar mercancía.
En la espera a la acreditación, obtuve una breve introducción al artista mexicano que tendría el honor de abrir a Premiata, que me fue otorgada por un par de asistentes invitados por el mismo. Dicho personaje se llama Luis Pérez Ixoneztli. Aquí, detallaré un poco al respecto, ya que lo que aconteció fue una mezcla de niveles perceptivos y culturales muy contrastante.
La temática de la actuación de éste personaje, transmitía directo a las cavernas, desde su vestimenta y maquillaje, hasta los instrumentos musicales precolombinos que utilizó. Tenía efectivamente una mac entre todos ellos, con los cuales reproducía samples de sonidos ambientales en su mayoría, para complementar los esporádicos y muy cambiantes ritmos o melodías que salían de los inusuales instrumentos.
Inició gritando a los diferentes Dioses -lluvia, viento, sol- que despertaran, que
se despertaran ya. Seguido de lo que pareció una eterna interpretación que a momentos se escuchaba como improvisación, pero los samples indicaban lo contrario. Un grito
por aquí, un ruido extraño e ininteligible por allá. Yo, y sé que muchos más, caímos presas de su literal hipnotización.
Cuando de pronto un elemento grotesco y disonante en todo ése perfectamente arreglado caos se escuchó entre el público: "Ya ábrete wey" "¡Premiata, Premiata!" "Ya no mames cabrón" *silbidos* Seguido de un prontos: "¡Shhh!" "¡Respeten" "Cállense". Mientras de fondo Luis en trance, inmutable y atento a su actuación. El tumulto se apaciguó, he
de decir que llegué a sentir pena un segundo por la situación. Después de ese segundo simplemente resté, y restamos importancia a los elementos disonantes que tuvimos
el infortunio se infiltraran entre la multitud. Y así, atentos hasta el final del hipnotizante acto, permanecimos. Al finalizar me alegra decir que muchos, más de la
mitad, se pusieron de pie para aplaudir. Luis con una sonrisa tomó la energía de nuestros aplausos, con un ademán la pasó dentro de sí, y con otro la devolvió a cada
uno de nosotros. Así se despidió. Entonces el Staff procedió a despejar el escenario, nosotros a esperar que hicieran su trabajo. Mientras tanto se escuchaba
comentar en voz alta la cobardía de los elementos disonantes durante el anterior show. Cabe mencionar que Premiata Forneria Marconi seleccionó a éste artista para
abrir su concierto. Yo he de recomendarlo como una experiencia mesmerizante.
Terminada la agridulce espera, los selectos miembros de Premiata Forneria Marconi salieron al escenario con una energía cálida, impactante, deliciosa. Para
ejecutar lo que sería el concierto de nuestras vidas. En el setlist predominaban sus discos más famosos y antiguos -Photos of Ghosts- -Storia di un minuto- así como el
disco más reciente -Emotional Tattoos- presentandose así, ajenos a las giras de comercialización, más fieles al material que los consagró como las
leyendas andantes que son. Cuerpos vibrantes, cabezas blancas y negras ondeaban fieles la percusión de canciones icónicas como "La carrozza di Hans" "Impressioni di Settembre"
"La danza degli specchi" o "Harlequin" en exquisita calidad auditiva. Un notorio cover fraccional de la obra "Romeo e Giulietta: Danza dei cavalieri" del compositor Ruso
"Serguéi Prokófiev" sonó magistralmente antes del encore. Una selección verdaderamente mágica para finalizar: "Dolcissima Maria" y "È festa", canciones que marcan en tu rostro los
pliegues de felicidad en su más pura expresión. En todo momento ovacionados de pie, aplaudidos y calificados como magistrales por todos los presentes, se retiraron, agradeciendo
profundamente con ademanes hasta el más lejano rincón que pudieran abarcar en el Auditorio.
