LAS CINCO JOYAS DE LA CORONA DEL HELL
CDMX 9 DE MAYO 2018| COBERTURA POR RAMSÉS ARREDONDO Y LESLYE ARREDONDO| FOTOGRAFÍAS Y RESEÑA POR LESLYE ARREDONDO.
Es muy difícil calificar los shows de estas cinco bandas que pertenecen a la élite clásica de la escena metalera por obvios motivos. Sus carreras han sido referente e inspiración para las nuevas generaciones de músicos que siempre muestran respeto y admiración por estas grandes figuras. Este conteo está basado en cómo se sintió la experiencia en el momento que hicieron su aparición en los escenarios principales del festival, las reacciones del público y la entrega que mostraron a la hora de hacer lo que tanto nos gusta.
En quinto lugar, MEGADETH. La banda se mostró muy agradecida y contenta. Tocaron todos sus éxitos y KIKO LOUREIRO hizo una interpretación fiel del solo más icónico de la banda, el de Tornado of Souls. La interacción entre él y MUSTAINE era brutal y se notaba que la pasan de lujo tocando juntos. La ecualización no fue la adecuada y en la zona general sonaba lo suficientemente mal como para que varios optaran por correr al otro lado de la curva 4 para ver a Overkill.
En cuarto lugar, DEEP PURPLE. Los alucinantes solos de DON AIREY nos trasportaron de inmediato a los setentas, fue el alma que sostuvo a la cansada voz de IAN GILLAN quien tuvo un manejo de la energía excepcional y aguantó enterito hasta el último segundo de su actuación. Al ser parte de la misma generación que Zeppelin y Sabbath, su aparición se mezcló con la caótica lluvia, inundando de una nostalgia muy especial nunca antes experimentada en un Hell & Heaven. Respeto y aplausos de pie. Nos regalaron uno de los episodios más bellos y sublimes del festival.
En tercer sitio, JUDAS PRIEST. Otra de las bandas "de casa" -porque al igual que Megadeth, vienen casi cada año- se impusieron y brillaron brutalmente. El volumen fue tal, que retumbaba el eco hasta el Alternative Stage. HALFORD se rifó como siempre y no quedó a deber vocalmente. Son una banda que no necesita parafernalia, pero ahora que la hubo y el fuego en la parte superior del gran templete se hizo presente, le agregó sensaciones a la experiencia. Las de cajón sonaron y todos enloquecimos. Otro acierto y también, capricho concedido para aquellos que no habían tenido la oportunidad de escucharlos y verlos en un lugar abierto.
La segunda posición se la lleva SCORPIONS. ¡Qué show tan impresionante y chingón! ¡Qué manera de culminar el primer día del Hell! Los alemanes no escatimaron en recursos visuales, ni en entrega ni en absolutamente nada. Ellos son un ejemplo contundente de cómo envejecer con gracia haciendo lo que mejor sabes hacer. La voz de KLAUS MEINE es un verdadero agasajo y verlo moverse en el escenario, hipnotiza. ¿Qué decir del señorón RUDOLF SCHENKER atacando las cuerdas y haciéndonos estremecer en cada solo? Esta función tuvo de todo: diversión, nostalgia y tristeza, armonía, estímulos al tope y corazones latentes bautizados por la lluvia que no paraba. Todos agradecimos el homenaje a Lemmy, y ver su fotografía en tamaño monumental nos ablandó hasta las lágrimas. El solo de MIKKEY DEE elevado hasta casi el ras de la estructura del escenario fue un regalo visual increíble. Nos dejaron prendidos y emocionados, hasta se nos olvidó que teníamos que caminar varios kilómetros para salir de la magia que estos maestros nos hicieron vivir esa noche. ¡Inolvidable!
Reverencias porque su majestad OZZY OSBOURNE es la joya más preciosa de esta edición del Hell & Heaven. ¡Enorme! Una sorpresa inclasificable fue el show, el último show que ofreció Ozzy en México. El set fue certero y recorrió todos los climax de su carrera. Las almas metaleras se entregaron sin mesura y se dejaron llevar. Las condiciones en que Ozzy apareció a saludar al público mexicano eran inmejorables. Sonriente, sano, con una actitud relajada y bien plantado demostró porqué es un ícono del metal en cada interpretación. ZACK WILDE con su acostumbrado atasque reventó tímpanos e hizo explotar los ánimos. Mr. Crowley, Crazy Train, y Paranoid fueron las rolas más cantadas. Aunque nuestro OZZY ya está bastante mayor, hizo un esfuerzo magnifico. Buena ecualización y el volumen a tope, nos hicieron sentir en otra dimensión, desde cualquier punto de la pista podías disfrutarlo.
