la realidad del cáncer
CDMX 26 de noviembre 2016| Reseña y fotografías por Leslye Arredondo.
Until Forever —nombre original de la cinta dirigida por Michael Linn— llega este fin de semana a las salas de cine de la CDMX. Después de 14 años de trabajo, —que abarcan desde la consolidación del guion, entrevistas, financiamiento, elección del reparto; hasta el traslado de toda la producción al lugar original donde ocurrió la trama—, nos presenta la historia real de Michael Boyum, un joven karateka que de forma inesperada, es atacado por un tipo de cáncer severamente agresivo. En la lucha contra los embates de la enfermedad, Michael demuestra una entereza admirable, sostenido en la fe y en el amor incondicional de su novia, Michelle Larson. Hasta aquí, parece ser alguna otra película con el mismo tópico dramático de una enfermedad terminal, un sueño de amor roto y la muerte como inevitable final. Sin embargo, en el segundo plano de la historia, se conjugan los alcances negativos de la batalla desde el enfoque familiar, la contraposición de ideologías espirituales entre el protagonista y un compañero de hospital, la depresión y hasta el suicidio.
La forma en que esta conmovedora estampa de la vida real se convirtió en película es poco usual. Bonnie Boyum, la madre de Michael, contactó a Linn de forma insistente para contarle la última etapa que pasaron junto a él. El director, quedó impresionado y comenzó a escribir el guion. La visión de Linn lo llevó a filmar la obra en la misma casa en que vivió Michael y a conocer a todas las personas que convivieron con él, nutriendo así su trabajo de una carga realista muy fiel. La relación entre los amigos, familiares, doctores, enfermeras, compañeros de hospital y la viuda de Michael se estrechó, haciendo crecer aún más las expectativas sobre el resultado final de la cinta.
Es obvio que la carga dramática de Por Siempre —así titulada en español— es fuerte y sacude fibras sensibles por la crudeza de las imágenes y las bien logradas interpretaciones de Stephen A. Bailey —quién da vida a Michael Boyum, se enteró del papel en un anuncio de periódico en una sección que no tenía nada que ver con actuación y consiguió el personaje por que la madre encontró un parecido increíble entre ambos—, Madison Lawlor —que con su actuación obtuvo el premio a Mejor Actriz en del Festival de cine de Attic—, Jamie Anderson y Hayden Loven —como hermanos de Michael— Joel Jacobson —como Ben, alumno de karate y amigo de Michael— y James Stephens III — Mr. Fenton, compañero de hospital que siempre cuestiona la fe de Michael y a través de ello, logran una sólida amistad.
Aunque la crítica la considera una película cristiana por el apego religioso de los participantes, yo creo que el argumento va mucho más allá de esa primera impresión. Ésta cinta nos habla de la grandeza que un ser humano en crisis puede alcanzar a través del amor. Con la fe motorizando la voluntad de levantarse tras cada caída y la capacidad de disfrutar las cosas que para las personas sanas son cotidianas, Michael Boyum se consolida como un exponente de fortaleza, que en la pantalla grande sorprende por sus cualidades y personalidad; que en la vida real dejó un legado que trascendió y ahora perdurará por siempre al ser materializado en una obra que sin adornos ni censura, sin exageración ni matices, saca el lado sensible del espectador y lo lleva en un sube y baja de emociones extremo, deja en el aire temas para reflexionar y revalorar, hace cambiar las palomitas por los pañuelos y definitivamente, elimina el cliché de un drama romántico corta venas de su registro.