Helloween se apodera de la Arena CDMX
CDMX 24 octubre 2017| Cobertura por Leslye Arredondo y Rodrigo Olivares| Fotografías cortesía de Dilemma y Germán García| Reseña por Leslye Arredondo.
Pumpinks United es el nombre de la gira que reúne a la alineación original de la prestigiosa banda alemana Helloween, quienes iniciaron su carrera en 1984 y han sido el referente más popular del speed / power metal. La importancia de este esperado evento es contundente: Hansen, Kiske, Deris, Weikath, Grosskopf y Löble juntos en el mismo escenario tocando un setlist clásico con toda la parafernalia de un show actual.
Luego del borlote que se armó en redes sociales por las sospechas de que el señor Kiske recurrió al playback en el concierto de Monterrey, la expectativa creció y los ánimos se calentaron desde la entrada. Miles de fans y agregados se convirtieron en calabazas andantes con caras de shock ante la histórica unión. En la Arena, no existieron huecos entre butacas y la zona general estaba a reventar a pesar de lo caro del boleto. La zona VIP tenía una ocupación considerable. Todo estaba puesto para que la fiesta se tornara espectacular.
Los alemanes tienen todas las tablas del mundo y salieron al ataque sin titubear. Abrieron con Helloween y el venue retumbó hasta la avenida, lo juro. Deris y Kiske cantan juntos Dr. Stein y el hechizo surte efecto: las dos épocas de la banda con sus icónicos representantes se mezclan en el caldero y el veneno auditivo nos vuelve locos. Si alguno de los asistentes no cantó, es porque estaba en contemplación. Kiske intenta llegar a los agudos de I’m Alive mientras se arma el primer slam de la noche; no creo que a los fans les importara mucho si lo logró o no, nuestras voces se escuchaban más que la de él sin duda.
Cuando el increíble y carismático Andi Deris se planta en el escenario, nos habla en español y se acomoda para cantar If I Could Fly sucede la verdadera magia. La conexión entre el público y la banda es total, el ambiente se eleva para inundarse con nostalgia. Are You Metal? viene a romper la tensión con los puños en el aire.
El tremendo medley que se rifó el señorón Kai Hansen fue la parte más explosiva del show. La voz de Hansen está en inmejorables condiciones y para su actitud no hay calificativo que sobre: poderoso, enérgico, entregado, heavy, genunio, máster…. Starlight. Ride The Sky, Judas y Heavy Metal (is the Law) inyectaron otro elemento letal a la pócima que ya nos habíamos bebido a enormes tragos.
El tributo a Mr. Smile o conocido en el bajo mundo como Ingo Schwichtenberg, el difunto primer baterista de Helloween, fue el parte aguas del show. Las imágenes rescatadas de las primeras giras de la banda se proyectaban en la pantalla mientras Dani Löble tocaba en vivo el solo de Ingo y se convertía en espectador de su propio acto. Algunos arreglos finales más que entregó a los fans con una expresión conmovedora, sirvió otra dosis de tensión y preparó las gargantas de todos para recibir a la atormentada voz de Kiske; en verdad la sufrió al interpretar Livin’ Aint No Crime / A Little Time.
Esta era una fiesta de Power y de Andi Deris lo desbordó con su estilo inconfundible. El característico ademán de su mano parecía hipnotizar a los más prendidos para formar varios slams en la pista. How Many Tears fue perfecto para cerrar el bloque grande de canciones que los alemanes se rifaron. Para el primer encore sale Kiske con la mejor cara que pudo he hizo lo propio con Eagle Fly Free y si, la neta nos quedó a deber muchísimo con su participación en Keeper of The Seven Keys que no dejó de emocionar ni de sorprender, ya que esta obra es considerada como cumbre en la carrera de Helloween y del propio Kiske. ¡Cómo extrañamos aquellos años dorados de su voz en ese momento!
Future World y I Want Out cierran de manera espectacular: luces increíbles, papelitos blancos y las voces unidas de Deris y Kiske hicieron explotar a todos los fans ansiosos por escuchar estos clásicos temas.
A la salida, el efecto del elixir metalero aún conservaba sus efectos en los fans que buscaron seguir la fiesta a como diera lugar. Los otros, tal vez se tardaron en asimilar lo vivido y para Helloween, que recibió la euforia mexicana como si fuera un coctel caro que se bebe a sorbitos, seguro fue una experiencia inigualable, pues jamás pudieron ocultar el enorme gusto de seguir rockeando como sólo ellos han sabido hacerlo.