Rhapsody incendia el Circo Volador
CDMX 6 febrero 2018| Reseña por Leslye Arredondo| Fotografías por Germán García, cortesía de Dilemma|
La muy esperada despedida de Rhapsody en el Circo Volador fue, además de espectacular y sumamente cuidada, el cierre de una época para la historia del power metal épico. Una generación de fans acudieron a reventar el templo del metal en CDMX. De entrada, el tremendo frío que circulaba en el exterior hacía más larga la espera e incendiaba la ansiedad por encontrar resguardo en algun lugar de la pista del escenario principal.
El contraste entre ambos ambientes, la iluminación azulada y el código de vestir oscuro, propiciaron una atmósfera única. Ya se veía venir una gran noche desde que Operus hiponitzó con su show. Estos canadienses, tienen todo lo que se necesita para llenar las expectativas de un conocedor del power: buenos fraseos, orquestaciones en vivo por parte de un chelista, arreglos poderosos de batería, actitud potente y sin poses, limpieza en la ejecución y por supuesto, uno de sus guitarristas es mexicano. Nada mal para ser la primera vez que nos visitan, dejaron buen sabor de boca.
Pasemos a Rhapsody. Llamémosle Rhapsody a secas para evitar recordar aquel conflicto de intereses entre Luca y Fabio que casi nos deja sin un emblema del género. La alineación original, tal como creímos que no veríamos jamás, se reunió para darle carpetazo a 20 años de carrera. De manera muy pulcra y bien ensayada, hicieron su arribo al escenario. La secuencia de In Tenebris podría considerarse obra cinematografica auditiva, perfecta para abrir los sentidos y entregarse a la banda.
Arrancaron con un clásico Down Of Victory. El coro fue cantado por todos y el mismo Fabio no pudo ocultar su cara de placer y sorpresa. La bienvenida estaba dada y sin necesidad de un saludo formal. El lenguaje universal de la música comunicó desde nuestra trinchera. Riffs y boble bombo a toda velocidad se combinaban con falsetes impecables, aplausos, gritos y algo de desmadre.
El concierto avanza. En cada parada el freno es metido casi a fuerza, recuperando el aliento con un profundo trago de chela, el puño al aire y lo que sigue. Rhapsody no paró de tocar hasta que Beyond the Gates of Infinity fue presentada. Una tras otra vinieron sin aviso y poco dijo Leone antes de cada canción. Wings of Destiny, Symphony of the Enchanted Lands --donde Anna Fiori hizo su aparición, el innecesario solo de Alex Holzwarth que nos cortó un poco la inspiración, The Wizard of the Last Rhymes de antesala para el solo que si nos regresó al estadío de éxtasis, el de Patrice Guers con maestría y solidez ritmica. Para rematar, Fabio interpretó Con te partiró haciendo gala de su técnica vocal impresionante con recursos operísticos muy respetables que dan sello a su estilo, muy suyo y ya bien conocido.
Holy Thunderforce era la de las más esperadas y fue la más coreada de la noche. La emoción nostálgica fue inevitable en este tema. Tiene una carga especial, y fue la pieza perfecta para cerrar la presentación.
La despedida se dió unos minutos después, en el encore. Luca Turilli lució radiante al volver al escenario, en todo momento fue enérgico y no dejó de moverse e interactuar con sus compañeros de banda. Él, un creador que aportó muchísimo no sólo a nivel compositivo de Rhapsody sino para la escenara power en general, se mostró humilde, divertido, sonriente, auténtico. Fabio aprovechó el momento para hacer un agradecimiento a cada una de las personas que asisitieron esta gira de despedida, presentó a sus compañeros y en un momento emotivo, Turilli lo presentó a él como única voz de Rhapsody.
Después de ese momento, cada segundo de los siguientes temas Rain of Thousand Flames, Lamento Eroico -en italiano con acento latino, y Emeral Sword nos supieron algo raro. Una mezcla de recuerdos, de los inicios y el climax de un periodo de auge de este proyecto y algunos más destacados de la misma linea en Europa, que al llegar a latinoamerica, nos volaron la cabeza e inspiraron al nacimiento de más canciones, más historias y más de esto que nos gusta tanto.
El agradecimiento final, fue mutuo, sincero y aun shockeados por lo que acababamos de ver, oir y sentir, con la resignación de que este si era el último concierto de los italianos en nuestro país, el cierre de la gira latinoamericana y el punto final de una carrera que se va a extrañar y reconocer durante al menos, otros veinte años más.
No todo fue perfecto; la ecualización del micrófono tendía a lo agudo y al abuso del reverb y eso, rompía la armonía en las notas altas. Las secuencias tenían un volumen exagerado al inicio y al avanzar la pieza se perdían. Creo que hubieramos preferido ver a Staropoli en los teclados y evitado aquel desazón. Detalles que si vale la pena mencionar pues incomodaron y cuestionamos en general, mas no opacaron la valía e importancia del concierto, el significado ya había sido comunicado y entendido, simplemente, a veces nos ponemos exigentes cuando se trata de bandas de este calibre.