Bomba Estéreo: Fuego por sangre y luz en la voz. Jungla Tour 2018
CHICAGO, IL USA | 18 DE DICIEMBRE DEL 2018 | ARTICULO & FOTOS POR: VÍCTOR GARCÉS | EDICIÓN POR DIEGO PEREZ |
El pasado 15 y 16 de diciembre Bomba Estéreo visitó Chicago y pude lograr un descubrimiento voraz: a la gente le embelesa bailar. Con dos noches vendidas en su totalidad, el grupo colombiano hizo temblar el Thalia Hall. No exagero. Parado en el balcón esperando a que mi cámara y el zigzagueante vestido de Li Saumet coincidieran en un mismo destello; vi una postal irresistible. Un mar de almas en un frenesí rítmico, frente a un escenario prendido de luz. Aquello era recíproco. El estallido iniciaba con una Saumet que recorría la tarima de punta a punta cantando entre danzas, saltos y gritos. Detrás de ella había un altar de fruta que delineaba un trono de sintetizadores desde donde comandaba todo Simón Mejía. Sonó Soy yo, Amar así, Ayo, Somos dos, Cumbia Psicodélica, y Fuego. Canciones que provocaron una ola de movimientos brutalmente sensuales entre los presentes. Cuando sonó To My Love, tal vez su canción más celebrada, todo explotó. Se escuchaba una sola voz, a pesar de las mil presentes. Bomba sonreía.
Justo con esta postal mis sospechas fueron confirmadas: cuando el alma lo necesita, tenemos que bailar. Descubrimiento tan obvio que parece torpe, pero que me ha acechado desde niño. Nunca pude dar un paso pa’delante y otro para detrás, pero con ganas. Simplemente, el baile no era lo mío. Pero la exquisitez del hallazgo no recae en el hecho sino la necesidad del mismo. El baile es aquella vida paralela, alejada del enredo cotidiano, que se derrite en la inconsciencia emocional llamada alegría. Misma que enciende el trasfondo de la intuición al hacernos volar tras un “beat” irresistible que sólo logramos comprender al trazar entre siluetas instantáneas el palpitar del corazón. Como quien dice: es la acción de arrejuntar las caderas, bien rico, sin perder el flow, obviamente.
Es un poco extraño ver a gente tan contenta como si nada más importara, solamente ese momento. Los chicos de Bomba Estéreo pertenecen a un grupo muy selecto de artistas entre los cuales necesito incluir a Jamiroquai, Amigos Invisibles, Bajofondo, por decir algunos, que han logrado algo complicadísimo: el encantamiento de todos los sentidos por medio de la música. Fuera del goce momentáneo de cada canción, las personas frente al escenario parecían estar en un paréntesis de tiempo, en un trance guapachoso que los absolvía de todos los presentes. Hechizo que parece haber iniciado mucho antes de sonar esa psicoelectrocumbia en el recinto. Había tantas chicas con coronas de flores como lucía Li con su segundo atuendo y que ha celebrado en tantas otras presentaciones. Pocos jardines tan bonitos como el de aquella noche en el Thalia.
Sin intentar explotar la idea de un fanatismo ciego, como en muchos casos ocurre entre artista y seguidores, era imposible no percibir la fuerte conexión entre la banda y su público. Especialmente con la cantante cuyos coloridos, resaltantes, brillantes y casi afrodisiacos atuendos causan la locura total.
Debo confesar que cuando llegó a mis manos el Blow Up, (Nacional Records, 2008) nunca imaginé semejante estruendo. Escuché el disco sin mucha atención. Uno de los lujos y responsabilidades de producir un programa de radio es que cada día nos envían un buen número de discos (antes, ahora envían principalmente links de descarga, insertar carita triste aquí). Es bonito recibirlos, pero a veces escucharlos a todos es complicado, más por cuestión de tiempo que por desinterés. Aunque sin duda si hay una exigencia muy grande hacia las bandas nuevas lo cual es bastante cruel. Al poco tiempo de recibir aquel primer disco de Bomba, los fuí incluyendo en rotación más a menudo y para entonces ya sonaban en todos los espacios alternativos.
Obviamente, a los chicos les importó un carajo mi tibia recepción y desde entonces han grabado tres discos en estudio que les han valido nominaciones al Grammy, Grammy Latino, Premios Nuestra Tierra, giras internacionales y presentaciones en los festivales más importantes de la industria. Además, han lanzado una iniciativa de protección y restauración de los ecosistemas de Amazonía y Sierra Nevada de Colombia que es bastante admirable. De esta forma y con su hasthtag #siembraconciencia, los interpretes de Amanecer, buscan “generar conciencia medioambiental a través del poder de la música.” Es lindo que intenten regresar a esta tierra un poquito de lo tanto que ella nos ha regalado.
El Jungla Tour ha resultado ser un éxito bárbaro. Con presentaciones por las Américas, que incluyó escalas por México, Colombia, Argentina, Chile, Estados Unidos, así como una muy extensa gira por Europa. No es el primer concierto que fotografío de los Estéreo, lo que me hace testigo de su abrumadora energía, sin importar el rincón donde se encuentren. Hace tiempo escuché que siempre regresamos a los lugares donde hemos sido felices. Para Bomba, ese lugar es cualquier escenario. Esto lo comprobé al ver a los chicos abrazados en la mitad de la tarima, con un teatro ya medio vacío, (era domingo, y supongo que algunos temían a la desmadrugada laboral) me impresionó que seguían sonriendo y que el público seguía bailando. En ese momento entendí que realmente nunca nos vamos de esos escondites de felicidad. Parte de nosotros vive en ellos aún al alejarnos. Por eso, al reencontrarlos siempre sabemos cómo continuar con esa alegría. Sencillamente, todos queremos ser felices. Será bonito reencontrarnos en el próximo escenario Bomba, donde todos saben sonreír...y bailar.